Cómo duelen la muerte y la enorme pobreza
La herida es profunda
Josefina Palma de Rebolledo
La muerte siempre ha sido causa de dolor para quienes enfrentan el adiós al ser querido...
Pero cuando esa muerte es causada por la pobreza..., duele más.
La impotencia ante las tragedias que ésta ocasiona ha de causar una herida profunda de difícil cicatrización.
Duele enterarse de la muerte de una mujer al tratar de encender el carbón para hacer la comida de sus hijos.
Duele para quienes cómodamente instalados en su sillón favorito dan órdenes a la cocinera, mientras manipulamos el control remoto para elegir alguna de las más de 60 opciones de perder el tiempo.
Duele para quienes podemos elegir del amplio menú de un restaurante aquello que más nos apetece.
Duele para quienes el reto de hoy será tratar de conseguir aquella bolsa en el color exacto de su nuevo par de zapatos.
Duele para quienes decidimos si la temperatura de nuestra habitación sube o baja con sólo apretar un botón.
Duele la conciencia ante la forma tan primitiva de vida de miles de familias que jamás sabrán lo que es ordenar una pizza por teléfono.
Duele, lastima y avergüenza.
Sería bueno detener por un momento nuestras ocupaciones, nuestros pendientes, nuestras frivolidades, nuestros planes futuros y echar un vistazo a nuestro alrededor...
Dejar de manejar nuestro automóvil por inercia y observar nuestro entorno...
Hay mucha gente en la calle partiéndose el alma para ganar unos cuantos pesos.
¡Te invito a ponerte en su lugar sólo por un momento! Duele saber que hay gente que muere tratando de hallar el modo de satisfacer sus necesidades más básicas, cuando tú lo tienes todo.— Mérida, Yucatán.